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Aquellos maravillosos caramelos

Aquellos maravillosos caramelos

 Pertenezco a esa generación de españoles a los que la palabra "recreo" se asocia con multitud de sabores, olores y matices. Porque era en ese momento y a la salida del colegio, cuando ibas a la típica tienda de barrio -de esas que ya casi no quedan por la crisis y "los chinos"- moneda en mano y empezaban tus dudas, para desquiciamiento del tendero, sobre si comprar un chicle Cheiw fresa ácida o un chicle Cosmos negro de esos que luego enseñabas la lengua y parecía la entrada a una mina de carbón.

                    

                                                                                                                          fuente imagen Pabloky

En aquella época en los kioscos, tiendas de barrio, panaderías, tiendas de comestibles y casetas de helados vendían auténticos tesoros. Entre los que estaban los Petazetas, que por suerte a día de hoy siguen vendiendo, y que una vez que los dejabas en tu lengua solo había que esperar con entusiasmo unos segundos para oír en tu boca uno y mil chasquidos. También estaban los Fresquitos y los Escalofríos, basados en los antiguos pica-picas. El primero eran unos polvos que se cogía con una piruleta en forma de dedo, y los segundos los vendían en unas tabletas dobles que se podían partir, para compartir con los amigos. Ambos basados en la esferverecencia, y la acidez como forma de agradar a los paladares mas selectos.

                

                    fuente www.zetaespacial.com

Y quién no recuerda los caramelos de menta más famosos, que venían envueltos en un papel de estraza de color verde. Sí, los famosos SACI. Cuantas generaciones han disfrutado de su sabor mentolado. O bien los caramelos de nata Snipe fabricados por la casa Alicantina Damel.

            

                                                                                                               fuente JesusHerrero.com

Eran años donde no había niños diabéticos, no había celiacos, ni niños con intolerancias a la lactosa, ni al huevo, ni a casi nada, y si los había sobrevivíamos a casi todo; como mucho te salían unos granos, que se solucionaban con crema Nivea, la de la lata azul, si esa que no llevaba ni aloebera, ni aceite de oliva y a seguir jugando. También recuerdo los caramelos Chimos, con esa musiquilla de su anuncio:

 

                                                     "CHIIIMO ES...ES UN AGUJERO....RODEEEADO DE BUEN CARAMELO!!!...   

                                                      CINCO GUSTOS DIFERENTES....CHIMOS LE GUSTA A TODA LA GENTE!!!

 

Lo peor de estos caramelos era que el sabor que te gustaba más, siempre  estaba justo por el lado que no abrías del paquete, lo que te obligaba a masticar rápido todos los sabores para deleitarte con el sabor naranja que a mi gusto era el mejor... También en esa línea la casa "Fiesta", fabrico sus deliciosas Canicas de Caramelo que se vendía a precio de 5 pts., la bolsita de cinco sabores. Vamos a peseta por caramelo.

 Para todos aquellos nacidos o crecidos en el dichoso euro, una peseta era la unidad básica monetaria, era de color amarillo (también se le llamaba rubia) y tenia la cara de Franco o bien si era más reciente la del Rey Juan Carlos, había otras monedas múltiplos de la peseta como era el duro (5 pts.), los cinco duros (25 pts.) y las cincuenta pts. (no hace falta explicación). Pero no quiero aburriros con cuestiones monetarias porque ya habrá otra entrada en este blog sobre la peseta y el euro, que seguro que os va a gustar.     

Otros caramelos que aparecieron posteriormente y que tuvieron gran éxito, basados en su alta cantidad de colorantes, y que dejaban la lengua de color rojo o verde intenso fueron los caramelos Dracula, que teñían de color sangre la lengua, y los de Frankestein de color verde y delicioso sabor a melón. Fabricados por la casa "El Turco".

La economía familiar en aquellos días no era mejor que la que tenemos ahora, eso sí las familias estaban mejor organizadas, ya que se habían acostumbrado a vivir sin abundancias ni lujos. Eso hizo que  los fabricantes de golosinas crearan muchos artículos a peseta, incluso a 50 céntimos. Como los famosos chicles de peseta, que por su tamaño, se perdían entre los dientes, y su sabor duraba un milisegundo, por lo que al final salía caro. Nunca llegue a identificar su sabor, no te daba tiempo. Era meterlo en la boca, y se desintegraba, corría un rumor entre los niños, que estaba hecho con la goma de las cámaras de las ruedas de bicicletas. 

Por su importancia en mi infancia y en la de otros muchos niños de mi generación, e incluso de anteriores a la mía, y por eso merecen una entrada a parte en este blog, son los Palotes, así como los chicles Dunkin siempre con premio, fabricados por Damel y Gallina Blanca respectivamente. Así como las bolsas de Conguitos.

              

Otros caramelos que tendrán mucho éxito entre niños y no tan niños fueron: Caramelos con palo Kojak  (de fiesta, que utilizaban la imagen del muy popular y querido actor Telly Savalas), Chupa Chups,  Lolli-popCaramelos Selz (se vendían en ristras de plástico y contenían pica-pica en su interior), PitagolGolden Gum "Pepitas de Oro" (lo vendían en unos saquitos de tela blanca, y eran de color amarillo imitando el oro), figuras en plástico hinchado transparente con anisetes, caramelos de Cuba-libre, los chicles Tico-Tico, los chicle Bang Bang (me encantaba el de coca cola)... seguro ecr  eativos" -a escondidas de nuestros padres, era un sitio lleno de pecado y vicio-, "La Papelería de Mayte", "La Tienda de Comestible y Ultramarinos Mariano" y posteriormente en la tienda de frutos secos llamada "La Ardilla Golosa", todo tiendas de barrio, lo que ahora se llama pequeño comercio. Atendido por personas que te daban tus buenos días, y te trataban de manera familiar y entrañable. Que te faltaba dinero, se lo dejabas a deber, te apuntaban en un cuaderno de espiral y para el cole. Creo que no tardaremos en volver a aquello -por desgracia más que un convencimiento es un deseo al que me arrastra la nostalgia-.

                           

Eran años del llamado Baby-Boom, años de desarrollo, años de trabajo duro y ligera prosperidad, donde en muchos hogares tenían que pluriemplearse para poder llegar a fin de mes, donde las familias destinaban los pocos recursos que tenían a hacer de sus hijos la primera generación de españoles que podían consumir y disfrutar de productos que ellos en su infancia no habían conocido, ni siquiera imaginado. Fueron años donde los españoles conocieron lo que ahora se denomina de manera peyorativa "Consumismo" y "Capitalismo", y que por suerte a mi me toco vivir.  Por tanto yo fui unos de los miles de primeros capitalistas que hubo en España, y ahora en estos tiempos revueltos y decadentes que me "quiten lo bailao"...